¿Qué nos distingue de otras instituciones de arte?

El contexto  

Partiendo del hecho de que Collegium es una plataforma de arte contemporáneo –centrada en la creación cultural del siglo XXI–, tenemos claro cuáles son aquellos elementos que nos diferencian de otras instituciones artísticas en el mundo.

La primera variable es el propio contexto de acogida. Arévalo es una ciudad que, por su historia y su posición geográfica, carga con muchos significados y valores: globalidad, diversidad, conocimiento y tradición. El multiculturalismo ha sido una de sus señales más relevantes: musulmanes, cristianos y judíos sefardís, la reina Isabel I de Castilla y San Ignacio de Loyola impulsaron un cambio universal que tuvo consecuencias enormes.

Otro elemento de valor es que constituye una zona con un fuerte arraigo de talleres artesanales y de cultura popular. Castilla y León es una de las regiones que más han conservado sus tradiciones, artes y oficios.

Por último, el museo está enclavado en la musculatura de un colegio jesuita. Esta información y peso cultural hace de Collegium un sitio único, dado que encarna, con más derecho que cualquier otro lugar del mundo, el valor de la diversidad y la educación.

Un nuevo concepto y otra perspectiva


A diferencia del modelo de museo tradicional, impuesto a mediados del siglo XVI y que lamentablemente perdura hasta el presente, nuestro proyecto se esfuerza en verse a sí mismo como un organismo vivo dependiente de la relación diacrónica entre cada una de sus partes. El trabajo curatorial, los talleres, foros de debate y las residencias, no estarán desligadas del proceso expositivo, sino que convivirán en un mismo escenario.

En los museos tradicionales, los programas se encuentran zonificados y sus actividades desvinculadas y diferenciadas en silos, desvirtuándose así la idea de organismo vivo y resistente. La función principal de estos centros es la exposición de objetos artísticos, a menudo sobrecomisariados. Esto es en sí mismo, excluyente por definición y por herencia. Pierre Bourdieu, sociólogo francés "incluso en sus más pequeños detalles, los museos revelan su verdadera función, que es la de reforzar entre algunas personas el sentimiento de pertenencia y entre otros el sentimiento de exclusión".

Sabemos que el arte actual, dada su complejidad narrativa, simbólica y también morfológica, no alcanza su mayor capacidad de expresión en este entorno, ya que la caja determina el contenido y muchas veces esa misma caja estrangula la polivalencia conceptual y discursiva de la obra de arte.

En el museo del siglo XXI, las actividades principales se articulan entorno a un planteamiento unitario y desde una perspectiva holística e interactiva. Creación, investigación y exposición son parte fundamental y de igual relevancia a la hora de concebir y poner en práctica un programa. Todos los procesos suceden en un espacio sin fronteras físicas ni programáticas acotadas. Esta nueva distribución busca, por una parte, un acercamiento más recreativo e intuitivo entre el conocimiento emocional y la obra de arte, y por otra situar al individuo en el epicentro para tratar de eliminar todo sentimiento de exclusión, y permita la interacción sensible, a modo de diálogo, entre la obra de arte y su usuario.

Arquitectura para un museo de vanguardia


Hemos concebido la arquitectura conforme a las premisas anteriores. El edificio del museo está delineado de una manera que condiciona la experiencia para que sea interactiva e intuitiva. Sirve y enmarca la obra de arte de forma que potencia su interpretación, y genera contrastes para comprender las virtudes del museo, desde su propio su diseño.

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